Crecí en un pueblo pequeño de Francia, lejos de la costa, a priori no tenía motivos para enamorarme del surf.
Después de mis estudios, me fui a trabajar a Madrid, y desde ahí fui a mi primer viaje de surf.
Fue amor a primera vista, un verdadero flechazo. Tenía 24 años, era consciente que empezaba tarde y que desde Madrid iba a ser difícil progresar.
Fue entonces cuando decidí comenzar con el Surf Trainig y con el surfskate.
Durante dos años, esos complementos me permitieron avanzar más rápido con mi surfing.
Ahora, 4 años después, vivo en Centro América, donde me vine a la aventura con mi novio en busca de olas. Aquí surfeo casi a diario.
Y sigo con el training y el surfskate porque me ayuda a corregir mis fallos y a fortalecer mi cuerpo para evitar lesiones.